En su búsqueda de beneficios a corto plazo para les accionistas internacionales, los bancos y las compañías de seguros, principalmente de Estados Unidos y Europa, que invierten miles de millones en peligrosos proyectos de combustibles fósiles que están empujando al mundo a un colapso climático irreversible, al tiempo que destruyen comunidades y la vida de la que todes dependemos. La expansión de los combustibles fósiles es el principal motor de la crisis climática y sus devastadores efectos afectan a todo el mundo. Son las personas de los territorios donde se construyen estos proyectos extractivistas quienes lideran las luchas contra esta destrucción.

Son las comunidades pesqueras de Perú y Senegal que luchan contra las prospecciones petrolíferas en las aguas de las que dependen para su subsistencia, les defensores del medio ambiente que arriesgan su vida para proteger la Amazonia y la gente que se opone al fracking en Argentina o al oleoducto de África Oriental. A pesar de enfrentarse a violentas medidas represivas y a la criminalización de las protestas, son especialmente las comunidades indígenas y las mujeres quienes lideran la resistencia contra el ataque a sus tierras natales por parte de empresas principalmente europeas y estadounidenses.

Estas son algunas de las luchas locales representadas en nuestra coalición:

  • Los pueblos de Tanzania, Uganda y la República Democrática del Congo que se resisten a la construcción del oleoducto de África Oriental, liderado por la petrolera y gasista francesa TotalEnergies (más información: Stop EACOP)
  • Defensores indígenas de la naturaleza en Colombia que arriesgan sus vidas al oponerse a la explotación de petróleo y gas y a las operaciones mineras de empresas multinacionales que actúan con total impunidad y son cómplices de grupos paramilitares (más información: ONIC)
  • Pueblos de Senegal que luchan contra la extracción de petróleo y gas por parte de empresas multinacionales como TotalEnergies, que amenazan a las comunidades agrícolas y pesqueras (más información en francés: Aid. C)
  • Comunidades indígenas náhuatl y tének de México que se organizan contra la fracturación hidráulica para la extracción de petróleo por parte de empresas europeas como Eni, BP, Shell y Total en la región de la Huasteca Potosina, conocida por su excepcional belleza natural (más información: COCIHP)
  • Pueblos de Perú que se oponen a la extracción de petróleo y gas frente a la costa y en la Amazonía a pesar de la dura represión y los asesinatos de defensores de la naturaleza (más información en español: Natura)
  • Pescadores de Filipinas que se resisten a proyectos de combustibles fósiles que amenazan el Paso de la Isla Verde, una de las aguas con mayor biodiversidad del mundo, también llamada “la Amazonís de los mares” (más información: CEED)
  • Apoyo a las comunidades indígenas y los pescadores de la India que luchan contra proyectos de carbón y fracturación hidráulica en sus tierras (más información: Environics)
  • Comunidades de Sudáfrica que hasta ahora se han opuesto con éxito a proyectos mineros y petrolíferos en alta mar, a pesar del asesinato y las continuas amenazas contra sus líderes (más información: AIDC)
  • Líderes tradicionales del pueblo Wet’suwet’en del oeste de Canadá que se oponen a un gigantesco proyecto de un gasoducto que atravesaría sus tierras no cedidas, a pesar de los repetidos ataques violentos y la criminalización de sus líderes (más información: gasoducto Coastal GasLink)

Estas luchas siempre han sido cuestiones de vida -y con demasiada frecuencia- muerte. Hoy en día, el auge de la derecha y de los regímenes autoritarios puede hacer que la resistencia local sea extremadamente peligrosa o incluso imposible. Por eso la dimensión de la solidaridad internacional es un aspecto absolutamente esencial de nuestra lucha común.

También en Estados Unidos y Europa los impactos de la crisis climática, la extracción de combustibles fósiles y la contaminación golpean a personas que ya luchan y se enfrentan a desventajas. Por ejemplo, las personas sin hogar y los ancianos están muriendo por estrés térmico, nos enfrentamos a subidas aplastantes de las facturas de la luz, y se está culpando y convirtiendo en chivos expiatorios a las personas que tuvieron que abandonar sus países de origen en busca de seguridad por la creciente sensación de precariedad e inestabilidad de la población.
Muchas personas de estos países más ricos también se rebelan contra los combustibles fósiles, por la protección de les trabajadores de la construcción en condiciones de calor extremo, por los derechos de les migrantes y por muchas otras cuestiones en esta lucha mundial por la justicia climática.

La dinámica a la que asistimos, en la que las empresas occidentales extraen beneficios de África, América Latina y Asia mientras dejan un rastro de destrucción para la gente sobre el territorio, es una continuación de los patrones coloniales. Todos estos proyectos extractivistas deben detenerse de una vez por todas. Por eso, las personas directamente afectadas unen sus fuerzas a las de activistas por la justicia climática y expertos financieros de todo el mundo para cortar definitivamente el flujo de dinero hacia estos proyectos, cambiando las reglas del sistema financiero.